Según la RAE la lealtad se define como el cumplimiento de lo que exigen las leyes de fidelidad y las del honor y hombría de bien, entendida esta última como la honradez. En otra de sus definiciones habla de legalidad, verdad y realidad. La lealtad y por añadido el compromiso hacia algo o alguien es sin duda, un valor poco extendido hoy. En una sociedad donde prima el estatus social dado por el dinero y el consumo, es difícil encontrar a alguien que esté dispuesto a poner por delante la honradez, la legalidad o la verdad.
Con esta reflexión, no pretendo ir más allá de nuestra realidad cercana, ni hablar de la pérdida de valores a nivel mundial, puesto que esto exigiría un estudio más profundo, y no es el caso ni estoy por la labor. Mi planteamiento se circunscribe a nuestra vida cotidiana, sobre los que tenemos más cerca, nuestro ambiente laboral, familiar, circulo de amistades.
Con esta reflexión, no pretendo ir más allá de nuestra realidad cercana, ni hablar de la pérdida de valores a nivel mundial, puesto que esto exigiría un estudio más profundo, y no es el caso ni estoy por la labor. Mi planteamiento se circunscribe a nuestra vida cotidiana, sobre los que tenemos más cerca, nuestro ambiente laboral, familiar, circulo de amistades.
Es verdad que en ocasiones, queramos o no, decisiones que nos vemos obligados a tomar pueden resultar beneficiosas para nosotros pero perjudican a otros, sin embargo, en esta ocasión se trata de otro aspecto: de aquello a lo que no estamos dispuestos a renunciar a sabiendas de que con ello infligimos un daño innecesario y evitable en otros.
Hoy día, resulta mucho más sencillo no ser leal, no comprometerse con nadie ni prometer fidelidad a los q tenemos más cerca. Esto permite desde luego, una mayor libertad de movimiento. Si no tenemos cargas morales hacia otros, no tendremos que someter nuestras decisiones a valoraciones como “en qué medida puede esto que es beneficioso para mí afectar a los demás”.
Es así que, desprenderse del compromiso para con otros ya sea jefes, compañeros de trabajo, familia o amigos, evita un lastre que podría convertirse en un problema a la hora de tomar una decisión, puesto que podrían asaltarnos planteamientos éticos sobre nuestro proceder. Sin embargo, no resulta tan sencillo. Pese a lo que queramos creer, todas nuestras acciones tienen repercusiones en nuestro entorno de un modo u otro. Por tanto, no tener en consideración a los que nos rodean a la hora de actuar, además de injusto, nos hace mucho más pobres como individuos.
Contar con los demás, y prever la forma en que nuestras decisiones y acciones pueden afectarlos, no significa encadenar nuestro desarrollo personal o profesional a terceros, si no plantearnos cómo crecer y cómo evolucionar sin que esto perjudique a los demás o que si inevitablemente es así, se minimicen en lo posible los daños.
Queda aquí reflejado, la fidelidad a la pareja, a los amigos, a un ideario de empresa, a una promesa realizada, a unos principios morales que rijan nuestros actos.
Tomar decisiones libres, acordes a nuestra ética y a sabiendas de que con ellas no perjudicamos gratuitamente a otros, no es tarea sencilla, implica elegir, en ocasiones renunciar a beneficios rápidos, pero sin duda, nos hace más libres e individuos más completos.
Hoy día, resulta mucho más sencillo no ser leal, no comprometerse con nadie ni prometer fidelidad a los q tenemos más cerca. Esto permite desde luego, una mayor libertad de movimiento. Si no tenemos cargas morales hacia otros, no tendremos que someter nuestras decisiones a valoraciones como “en qué medida puede esto que es beneficioso para mí afectar a los demás”.
Es así que, desprenderse del compromiso para con otros ya sea jefes, compañeros de trabajo, familia o amigos, evita un lastre que podría convertirse en un problema a la hora de tomar una decisión, puesto que podrían asaltarnos planteamientos éticos sobre nuestro proceder. Sin embargo, no resulta tan sencillo. Pese a lo que queramos creer, todas nuestras acciones tienen repercusiones en nuestro entorno de un modo u otro. Por tanto, no tener en consideración a los que nos rodean a la hora de actuar, además de injusto, nos hace mucho más pobres como individuos.
Contar con los demás, y prever la forma en que nuestras decisiones y acciones pueden afectarlos, no significa encadenar nuestro desarrollo personal o profesional a terceros, si no plantearnos cómo crecer y cómo evolucionar sin que esto perjudique a los demás o que si inevitablemente es así, se minimicen en lo posible los daños.
Queda aquí reflejado, la fidelidad a la pareja, a los amigos, a un ideario de empresa, a una promesa realizada, a unos principios morales que rijan nuestros actos.
Tomar decisiones libres, acordes a nuestra ética y a sabiendas de que con ellas no perjudicamos gratuitamente a otros, no es tarea sencilla, implica elegir, en ocasiones renunciar a beneficios rápidos, pero sin duda, nos hace más libres e individuos más completos.