La prota lo explicaba así : “…porque cuando esa persona se comporta mal con nosotros, preferimos no hacer caso y no le damos importancia, pero cuando tiene un detalle o un gesto bonito hacia nosotros nos aferramos a ello con la esperanza de que sea un paso para que llegue a amarnos”.
Me parece una explicación super acertada. ¿Quién no ha vivido esta situación alguna vez?. Bueno, puede que haya alguien que lo tenga muy claro y que nunca se haya dejado envolver en este tipo de relación que no deja de tener un cierto masoquismo por parte del ciego enamorado, pero en general probablemente casi todos hayamos experimentado una relación así en alguna ocasión.
Pensado sobre ello, se me ha ocurrido, sin base científica alguna ya aviso, que quizá las mujeres somos más dadas a sufrir este tipo de relaciones adictivas por aquello del lastre con el que cargamos socialmente del sometimiento al hombre, el sufrimiento, el amor romántico y el cuento del príncipe azul que nos salva, etc. Por lo que veo en mis amigos hombres, ellos suelen ser más prácticos. Si les gusta alguien intentan seducirlo/a pero si al tiempo ven que no hay interés por parte de la otra persona, pasan página y se dejan de sufrimientos estúpidos. En cambio, las chicas somos más dadas a la idealización del sujeto que nos atrae, al enamoramiento silencioso y secreto porque nadie entiende que persistamos en amar a alguien que claramente no nos quiere, a la idealización del amado/a y a fantasear con el final feliz. A hacer el idiota, vaya.
Supongo que la experiencia y los años nos enseñan a valorarnos a nosotros mismos y a saber qué tipo de pareja o de amor buscamos y sobre todo cual no queremos en absoluto, dejándonos así de amores sufridos y relaciones de dependencia que no nos llevan a ningún lado. Sin embargo, alcanzar esta madurez amorosa no es tarea sencilla, incluso a veces se pueden sufrir recaídas y volver a verse atrapado en relaciones que nada tienen que ver con el amor.
Me pregunto también por la otra parte, por el ser amado que de alguna manera también necesita este tipo de relación para sentirse importante, deseado por alguien a quien nunca corresponderá y al que no puede echar de su vida porque rellena sus huecos de inseguridad y desafectividad.
Noto que me he metido en un tema complicado, volveré sobre él.
Me parece una explicación super acertada. ¿Quién no ha vivido esta situación alguna vez?. Bueno, puede que haya alguien que lo tenga muy claro y que nunca se haya dejado envolver en este tipo de relación que no deja de tener un cierto masoquismo por parte del ciego enamorado, pero en general probablemente casi todos hayamos experimentado una relación así en alguna ocasión.
Pensado sobre ello, se me ha ocurrido, sin base científica alguna ya aviso, que quizá las mujeres somos más dadas a sufrir este tipo de relaciones adictivas por aquello del lastre con el que cargamos socialmente del sometimiento al hombre, el sufrimiento, el amor romántico y el cuento del príncipe azul que nos salva, etc. Por lo que veo en mis amigos hombres, ellos suelen ser más prácticos. Si les gusta alguien intentan seducirlo/a pero si al tiempo ven que no hay interés por parte de la otra persona, pasan página y se dejan de sufrimientos estúpidos. En cambio, las chicas somos más dadas a la idealización del sujeto que nos atrae, al enamoramiento silencioso y secreto porque nadie entiende que persistamos en amar a alguien que claramente no nos quiere, a la idealización del amado/a y a fantasear con el final feliz. A hacer el idiota, vaya.
Supongo que la experiencia y los años nos enseñan a valorarnos a nosotros mismos y a saber qué tipo de pareja o de amor buscamos y sobre todo cual no queremos en absoluto, dejándonos así de amores sufridos y relaciones de dependencia que no nos llevan a ningún lado. Sin embargo, alcanzar esta madurez amorosa no es tarea sencilla, incluso a veces se pueden sufrir recaídas y volver a verse atrapado en relaciones que nada tienen que ver con el amor.
Me pregunto también por la otra parte, por el ser amado que de alguna manera también necesita este tipo de relación para sentirse importante, deseado por alguien a quien nunca corresponderá y al que no puede echar de su vida porque rellena sus huecos de inseguridad y desafectividad.
Noto que me he metido en un tema complicado, volveré sobre él.