miércoles, 2 de diciembre de 2009

El poder de los medios

Hace unos días la noticia saltaba a los medios: Un joven era acusado de maltratar y abusar sexualmente de la hija de su compañera sentimental. La pequeña, de apenas cuatro años, finalmente fallecería a consecuencia de las lesiones.
Desde la detención y hasta un par de días después del fallecimiento de la menor, la sociedad española al completo se mostró conmocionada tras conocer el informe médico que recogía los posibles abusos físicos y sexuales que podía haber padecido la niña por parte de su cuidador. La prensa participó de esta conmoción, los medios difundieron imágenes de la detención y traslado del acusado y toda España pudo poner nombre y apellidos al autor de un crimen tan atroz.
Sin embargo, los resultados de la autopsia demostraron que los supuestos abusos no eran tales, y que la menor había muerto debido a graves lesiones internas producidas tras una fuerte caída unos días antes. Es decir, que el presunto acusado de su muerte, era inocente, y que además era uno de sus cuidadores habituales y había sido él mismo quien tras la caída había llevado varios días antes a la pequeña al hospital para asegurarse de que se encontraba bien.
Ahora, cuando la vida de familiares y del propio joven se encuentra destrozada, tanto por la muerte de la pequeña, como por el sufrimiento extra al que entre todos los hemos sometido, resulta sencillo echarse la culpa unos a otros; que si los servicios sanitarios están saturados y de ahí la incapacidad de los médicos, que si los medios han hecho un juicio paralelo y se han pasado la presunción de inocencia por donde han querido, o incluso según unas declaraciones hechas hoy mismo por el joven, como tras la muerte de la menor fue amenazado por los propios policías que lo tenían detenido.
Nadie en su sano juicio creerá que un médico envía a casa a un niño, sospechando que pueda tener una lesión grave tras una caída. La inmensa mayoría de las consultas a las que se acude por hechos parecidos no tienen un desenlace fatal y el golpe se queda en nada. De igual modo que no cabe en la cabeza que un facultativo vaya a acusar de algo tan grave así sin más. Lo que sí está claro es que la sociedad al completo y en especial los medios de comunicación, hemos hecho caso omiso a un derecho fundamental como es el la presunción de inocencia, juzgando y vilipendiando a una persona antes de ser formalmente acusada y condenada por un juez. E incluso después, cuando el informe forense ha puesto de manifiesto su inocencia, los medios para dar cuenta de ello y retractarse del error cometido han seguido difundiendo las imágenes del chico esposado y detenido. Nadie ha debido pararse a considerar la posibilidad de que continuar emitiendo las imágenes del joven, así como mencionar una y otra vez su nombre, pueda contribuir a su estigmatización social, y a dificultarle aún más la posibilidad de volver a una vida normal.
El derecho a la información es un derecho fundamental, pero éste no puede ir en contra de otros derechos inherentes a la persona, como el derecho al honor, o a la propia imagen. Es muy complejo establecer unos límites a la hora de informar, cuándo y cuándo no la difusión de imágenes o de la identidad de los protagonistas de una noticia tiene interés periodístico y cuándo sólo sirven para alimentar el morbo, pero situaciones como ésta demuestran que algo hay que hacer, ya que el inmenso poder de los medios no sólo sirve para encumbrar y publicitar a ídolos de masas, también puede ser una eficaz herramienta para arruinar la vida de una persona. No sería la primera vez que sucede.

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