lunes, 10 de diciembre de 2007

Una asignatura pendiente

El mundo del fútbol está manchado. Recae sobre él una sombra de la que aún no ha conseguido desprenderse y que por lo que parece no va a mejor. La violencia. Cuando ya nos estábamos recuperando de la impresión que nos provocó la semana pasada ver como unos hinchas del Estrella Roja quemaban con una bengala a un policía que intentaba detenerlos, ayer nos encontramos con la noticia de que la Policía de Pamplona obligaba a volver a Valencia a 53 aficionados miembros de la peña ultra valencionista “YOMUS” que habian viajado sin entrada a la capital Navarra, después de requisarles bates de béisbol, porras, barras macizas, tornillos, navajas del tipo mariposa, cinturones con símbolos nazis, discos compactos con canciones nazis, 8 cascos integrales, bengalas y petardos, entre otros objetos que formaban su arsenal.
Podría sorprender conocer que acudieron a Pamplona en un viaje organizado por la 'Agrupación de peñas valencianistas', si no fuera porque es por todos sabido que estos grupos actúan a sus anchas por los campos de fútbol con la connivencia de los clubes, quienes no sólo les aportan financiación, entradas y organizan sus viajes con el equipo, si no que les ceden un espacio en sus estadios para guardar pancartas, simbología y demás.
Caso aparte lo constituye el F.C. Barcelona y su presidente Joan Laporta, quien a poco de llegar a la presidencia una de las primeras medidas que adoptó fue echar del campo a los boixos noix decisión que le costó insultos y amenazas de muerte que aún hoy le obligan a llevar escolta.
Sin embargo, la valentía y coherencia que demostró Laporta dista mucho de la actitud de la mayor parte de los clubes que toleran la extorsión de directivos y jugadores por estos grupos. Raro es el campo en el que la policía no desarrolla un despliegue especial en cada encuentro, para controlar a los ultras que acuden lpartido, y raro el fin de semana en que no se producen cargas policiales o alguna detención.
El deporte no tiene nada que ver con eso, la violencia no puede tener cabida en la hinchada del fútbol, porque la esencia del deporte, versa sobre todo lo contrario: el compañerismo, la camaradería, la competición sana, vencer al adversario de manera noble, etc..
En Italia hace unas semanas, un policía disparó y mató a un aficionado de la Lazio, esto se vió acompañado de graves disturbios y de la paralización del campeonato de liga. Los ultras de todos los equipos se echaron a la calle unidos para protestar por su muerte y atemorizar a ciudadanos y autoridades. Preocupante.
En Argentina, donde la violencia en el fútbol se ve multiplicada de manera exponencial, la barra brava está profesionalizada. Sus cabecillas explican pautas a ultras de otras aficiones del mundo, entre ellos Ultra Sur, sobre métodos ultras y cómo moverse por los estadios de fútbol.
Todos, autoridades policiales, clubes, aficionados, deportistas y medios de comunicación sabemos lo que se esconde tras estos grupos. La mayor parte pertenecen a la ultraderecha, en algún caso ultra izquierda, y su ideología está por encima de su afición al balón, de modo que, no es extraño ver a hinchadas rivales unidas en actos políticos. Sabemos lo que se esconde tras todos ellos, pero sin embargo, los que mandan no tienen el suficiente coraje para prohibirles la entrada al campo. ¿De qué sirve tener a esta gente por más que canten o griten en un campo de fútbol?, ¿Este es el ejemplo que queremos mostrar de cómo defender unos colores?. Cada fin de semana, estos grupos son fuente de gritos racistas, homófobos e insultos de todo tipo hacia jugadores contrarios y propios según el juego del equipo. Eso cuando no provocan incidentes aún más graves. Permitir el acceso a estos indeseables supone alejar el deporte de la afición normal que sólo desea pasar un buen rato animando a su equipo. Cada vez son más los aficionados que se plantean acudir a un estadio con niños o a partidos considerados de alto riesgo. Y en el caso de hacerlo, no es recomendable llevar bufandas o elementos que delaten tu equipo por lo que puedas encontrar en la calle. El miedo tiene un hueco en los estadios.
La violencia constituye por tanto, la verdadera asignatura pendiente del fútbol. Se hace imprescindible expulsar a toda esta gente del deporte, no dejar que manchen con sus actos un espectáculo pensado para disfrutar y unir, no para servir de escenario de la violencia gratuita.
…este post se me queda corto. Mención aparte merecen los otros ultras, los que entre diario se visten de ciudadanos normales, padres de familia y abnegados trabajadores, pero los domingos se transforman en auténticos salvajes ante el equipo contrario o el árbitro de turno...continuará

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