lunes, 17 de septiembre de 2007

Madeleine

Resulta complicado abstraerse de una noticia así. Una niña pequeña desaparece no se sabe cómo y cuatro meses después sigue saberse qué fue de ella. Lo cierto es que esta historia ocurre mas habitualmente de lo que pudiéramos pensar, pero tras unos días de seguimiento por parte de los medios, el caso cae en el olvido sustituido por otras noticias de actualidad. Sin embargo, el empeño de los padres de la pequeña Madeleine en dar voz a la desaparición y búsqueda de su hija, junto con el continuo reflejo en prensa y televisión de nuevos datos sobre la investigación, ha provocado que la desaparición de Madeleine se mantenga en las portadas europeas después de muchos meses. Los padres, desplegaron una gran campaña de sensibilización y búsqueda de la niña, abrieron una página web para recabar información y ayuda económica para la investigación y consiguieron el apoyo del Papa así como de personajes famosos como David Beckham. Pero en los últimos días la investigación parece haber dado un giro. Los padres, a los que hasta hace poco se les veía como victimas, han pasado a ser sospechosos de la policía portuguesa. Dice la policía que cuando se produce una muerte violenta o una desaparición, la investigación suele iniciarse en el círculo más próximo a la víctima y que en la mayor parte de los casos, el culpable pertenece a este círculo. En el caso Madeleine se ha descubierto que los padres solían sedar a la niña, además, han aparecido restos de sangre y cabello que podrían ser de Madeleine en un coche alquilado días después de su desaparición, y los perros policía han detectado olor a cadáver en la habitación del hotel y en un peluche perteneciente a la niña. Escalofriante. Por lo visto, La policía lusa sopesa la posibilidad de una muerte accidental y su posterior encubrimiento por temor a la justicia. Confiemos que las investigaciones policiales den su fruto y se llegue a saber qué fue lo que realmente pasó, ya que lo que parece estar claro es que no se espera encontrar a la niña con vida. Si fueron ellos, será muy duro enfrentarse al hecho de que unos padres sean capaces de ocultar la muerte de su propia hija y de hace desaparecer su cuerpo para no enfrentarse a la justicia, y si no lo son, es imprescindible demostrarlo, porque quizá los padres se muestren fríos, quizá pecaron de irresponsabilidad al dejar solos a unos niños mientras cenaban en un restaurante cercano, quizá se equivocaron en hacer de la búsqueda de Madeleine una campaña mediática, pero eso no los hace culpables y si el caso no se soluciona, no sólo tendrán que cargar con el sufrimiento que conlleva la muerte o desaparición de un hijo, si no que la sombra de la sospecha les acompañará allá donde vayan. Mientras tanto, no olvidemos tampoco a Jeremi.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En África -a 14 kilómetros de nuestras costas- desaparecen miles de niños cada semana-; los que no mueren de hambre, escapan hacia Europa, o son vendidos como exclavos o para luchar en guerras que provocan las multinacionales. No existen porque sus padres no son millonarios.

marita dijo...

No hace falta irse a África, Pablo. Antonio Salas mostró cómo en un burguer de Madrid puedes negociar la compra de niñas de 15 años para la explotación sexual y más cerca en la cañada hay un montón de chabales rumanos sin escolarizar que cogen cada día el autobús al centro para robar a los turistas e intentar sobrevivir. Los niños en estos casos no son ricos o pobres, son víctimas sin más.